Montevideo, 19 de abril de 2021
I.M.E.S.
E.C.E.M.E.
Trabajo alusivo a la Cruzada Libertadora
Sr. Director del IMES; Sr. Subdirector, Oficiales Superiores; Oficiales del Cuadro
Permanente, Oficiales Jefes Instructores y alumnos, Sub Oficiales, Clases y Soldados.
Nos encontramos reunidos hoy, para conmemorar el Centésimo nonagésimo sexto
Aniversario de la “Cruzada Libertadora”; hito de nuestra historia que reviste, por sus
características, en un episodio épico en el que un grupo de Orientales intentó, a través de
las herramientas disponibles, iniciar un nuevo proceso revolucionario que tuvo como
principal característica el principio de unidad, vale decir de confluencia de esfuerzos en pos
de alcanzar un noble ideal, “la libertad”.
Durante el año 1816 nuestras tierras de la Provincia Oriental habían sido dominadas por los
portugueses, quienes deciden cambiar su denominación a Provincia Cisplatina. Con la
posterior independencia del Brasil en setiembre de 1822, se manifiesta por parte de esta
potencia insipiente, su voluntad de incorporar esta provincia a las ya existentes a su
territorio.
Las diferentes condiciones y coyunturas geopolíticas permitieron que, desde Buenos Aires y
sus alrededores, un grupo de Orientales liderados por el Gral. Juan Antonio Lavalleja, se
propongan poner al fin al dominio extranjero y buscar la libertad de la nación Oriental.
Impulsados por la victoria en la Batalla de Ayacucho, librada el 9 de diciembre de 1824, la
cual daba término al dominio español en la región, se suscitaba él envión necesario para
armarse de valor y reclamar suelo Oriental.
Inicialmente se procedió al acopio de recursos que permitiesen la consecución de los
objetivos planteados en pos de la campaña. Encontraron su punto de reunión en la
sastrería de Pérez y Villanueva, cuyo encargado era el Oriental Ceferino de la Torre. De
igual forma lo hicieron en los saladeros de otros compatriotas como Pascual Costa o
Pedro Trápani, donde, con el apoyo del gobierno de Buenos Aires, llevaron adelante la
planificación y la logística necesaria para tal empresa.
Cuando lograron reunir lo necesario y habiendo realizado los contactos para cubrir las
necesidades logísticas posteriores al eventual desembarco, proceden a iniciar la travesía
en 2 lanchones de aproximadamente 20 tripulantes desde la localidad de San Isidro
hasta las costas de la Agraciada.
Su infiltración resultó ser tan heroica como peligrosa ya que buques de guerra enemigos
patrullaban largo y ancho del Río Uruguay. Para mitigar la situación, ambos grupos
debieron cruzar el río durante una noche de poca luz lunar para posibilitar el pasaje del
curso de agua sin ser detectados por el invasor pero asumiendo los riesgos de una
trasposición con tan poca visibilidad.
No podemos establecer con exactitud el número de aquel grupo de valientes hombres que
ese día desembarcó en suelo Oriental impulsados por el ansia de libertad. Se los recuerda
simbólicamente con el número 33 en representación de todos aquellos bravos hombres
que iniciarían la gesta emancipadora de nuestra patria.
De éstos Orientales se destacan las figuras del Gral. Manuel Oribe, Manuel Freire, Jacinto
Trápani, Gregorio Sanabria, los hermanos Andres y Juan Spikerman entre otros, comandados
por la figura del caudillo líder en la Batalla de “Sarandí”, el General Lavalleja.
Su campaña vio la consecución de diferentes victorias e hitos como la ya mencionada Batalla
de Sarandí, la Batalla de Rincón, el Abrazo del Monzón, la Declaratoria de la Independencia
en la Piedra Alta, así como las Leyes que de ella emanan (Independencia, Unión y Pabellón),
símbolos todos de las ansias de libertad, del sacrificio desinteresado, pero marcadas
fuertemente por el concepto de unidad.
Bajo el lema “Libertad o Muerte”, éstos Orientales nos recuerdan que cuando hay impulso,
horizontes claros, energía y compromiso con una causa, no hay empresa imposible ni hazaña
que no pueda realizarse.
Nuestro cielo Nacional fue pocas veces testigo de escenas tan hermosas, su pasión sacudió
las emociones, e hizo hervir el espíritu mismo de la Patria; Treinta y Tres hombres que
escribieron una de las páginas más sobresalientes de nuestra historia. Y es así, como lo
refleja una estrofa del poema Leyenda Patria, del escritor Juan Zorrilla de San Martín: “Del
húmedo arenal Treinta y Tres hombres; Treinta y Tres hombres que mi mente adora,
Encarnación, viviente melodía, Diana triunfal, leyenda redentora del alma heroica de la patria
mía”.
Los integrantes del Ejército Nacional, herederos de aquellos valientes soldados, estamos
invitados a mantener viva la llama que motivaron las acciones de aquellos Treinta y Tres
Orientales, prestos siempre a luchar por la libertad y las nobles causas.
Seamos ejemplo permanente de ciudadanía, estando siempre dispuestos a servir a los
requerimientos de la patria, ante toda circunstancia y frente a toda adversidad, sin esperar
otra recompensa que la satisfacción de haber cumplido con nuestro deber.
En estos tiempos inciertos, donde los Orientales necesitan, a veces, de un sostén moral al
cual recurrir, los Soldados de la Patria no podemos ver obstáculos ni barreras en el
cumplimiento de la misión. Debemos, por el contrario, constituirnos como dignos
multiplicadores de esperanza que puedan llevar a todas las personas de nuestro suelo, una
cierta tranquilidad y la fraternidad de una mano amiga.
Continuaremos apoyando en tareas de seguridad, necesarias para poder seguir adelante el
diario vivir de los ciudadanos y que propicien las condiciones necesarias para el desarrollo,
realizando patrullas de frontera y custodias en los establecimientos penitenciarios; nos
mantendremos prestos a brindar los apoyos necesarios que permitan divisar una luz de
esperanza para los Orientales apoyando en la logística con la distribución de vacunas,
colaborando con otras instituciones y actores de la sociedad en la elaboración de alimentos
calientes para los más necesitados. Estaremos prestos ante las posibles catástrofes para
apoyar en aquellas tareas que las diferentes situaciones así lo requieran.
Este 19 de abril, no solo recordamos la heroica porfía de aquellos que se embarcaron una
noche en contra de todo pronóstico de éxito y bajo las adversidades para conquistar una idea
de libertad. Hoy reafirmamos nuestra promesa de “respetar y defender la Independencia e
integridad de la República, su honor, la Constitución, sus leyes y sus instituciones
democráticas y ajustar nuestra conducta a los más estrictos principios de la ética profesional,
de la moral y dignidad ciudadana”, para gloria del Ejército y felicidad de los Orientales.
Que el presente nos encuentre siempre prestos al servicio desinteresado; seamos ejemplo de
otros, como aquellos héroes patrios, siempre comprometidos con las nobles causas y el
cumplimiento del deber, sin esperar otra recompensa que la satisfacción de la tarea cumplida.
Representemos con nuestro accionar ecuánime el lema que ondeara en la bandera de
aquellos 33 hombres. Encarnemos el símbolo de la grandeza de un pueblo, la unión de una
República y la sangre derramada por la libertad y la independencia.
Que sea nuestro horizonte el constituirnos siempre como custodios de las más caras
tradiciones de la Patria. Seamos siempre ese Ejército Nacional que fue, es y será para los
Orientales, la Fuerza de Todos.
Cap. Néstor LALUZ
"El Juramento de los Treinta y Tres Orientales" - Juan Manuel Blanes